La burda estrategia de Caputo: Manipular el relato para tapar el escándalo culpando al kirchnerismo

El gobierno de Milei acorralado por la corrupción, el ajuste y un modelo que naufraga. Mientras el presidente enfrenta decenas de causas judiciales y su modelo económico muestra signos de colapso, Caputo y los medios alineados intentan desviar la atención con un relato insostenible.

El telón de fondo de la Argentina gobernada por Javier Milei es un escándalo de proporciones inéditas. Mientras el ajuste recae con toda su brutalidad sobre la mayoría de los argentinos, las denuncias de corrupción contra el presidente y su círculo íntimo se multiplican. El periodista Roberto Navarro expuso en su editorial de El Destape las irregularidades que envuelven a la administración libertaria, las conexiones con oscuros negocios cripto y la preocupación internacional sobre la estabilidad del gobierno. A la vez, la economía sigue sin encontrar un rumbo y el dólar vuelve a dispararse, desnudando la fragilidad de un modelo que apenas se sostiene con alfileres.

La situación es tan grave que hasta el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), acostumbrado a lidiar con presidentes dispuestos a sacrificar a su pueblo para cumplir con sus acreedores, comienza a preguntarse si Milei podrá terminar su mandato. Según reveló Navarro, la directora del organismo, Kristalina Georgieva, consultó a dirigentes sindicales sobre la viabilidad política del gobierno, una señal inequívoca de que hasta los organismos financieros desconfían de la estabilidad del experimento mileista.

La estrategia de Caputo: manipular el relato para tapar el escándalo

Con un gobierno acorralado por denuncias y con un modelo económico en terapia intensiva, Luis «Toto» Caputo, ministro de Economía, intenta construir un relato que le permita ganar tiempo. La estrategia es burda: culpar al kirchnerismo de todos los males y desviar la atención de los graves delitos que acechan al oficialismo.

La narrativa impuesta por Caputo y replicada por los medios afines sigue un patrón predecible: el problema no es que el presidente tenga más de 40 causas penales en su contra ni que su hermana, Karina Milei, esté involucrada en oscuros manejos financieros. Tampoco es relevante que el dólar vuelva a dispararse o que la inflación se coma los salarios. Lo único que importa, según el libreto oficial, es sostener que el «riesgo país» es el kirchnerismo y que la corrupción solo existió antes del 10 de diciembre de 2023.

Para reforzar esta estrategia, Caputo utiliza a su red de comunicadores afines, que difunden un mensaje calcado en los principales medios de comunicación. Periodistas alineados como Eduardo Feinmann, Luis Majul y Jonatan Viale repiten la palabra «cinismo», la cual, según Navarro, es enviada por el propio Caputo a través de WhatsApp para unificar el discurso. Así, en lugar de analizar el desastre financiero del gobierno, los comunicadores oficialistas se enfocan en demonizar a la oposición.

La corrupción que Milei no puede tapar

Pero los hechos son testarudos. Mientras los medios alineados insisten en desviar la atención, las denuncias contra el presidente y su círculo cercano siguen acumulándose. En Estados Unidos, Milei está siendo investigado en al menos 37 estados por irregularidades financieras, incluyendo negocios turbios con criptomonedas. A esto se suman nuevas revelaciones sobre operaciones fraudulentas que involucran a su hermana y operadores cercanos al gobierno.

La maniobra de Caputo y su equipo es tan burda que hasta en los mercados financieros comienzan a perder la confianza en el gobierno. La falta de credibilidad ya impacta en la cotización del dólar, que vuelve a dispararse pese a los esfuerzos del Banco Central por contenerlo con la venta masiva de reservas. Cada día, el Estado argentino quema millones de dólares para evitar que la divisa se dispare, pero la inestabilidad es inocultable. A esto se suma la inflación descontrolada, el derrumbe del consumo y el creciente malestar social, que amenaza con traducirse en una escalada de protestas.



Un futuro cada vez más incierto

En este contexto, la gran pregunta es cuánto tiempo podrá sostenerse este modelo antes de que colapse. Ni siquiera el FMI, que en otras ocasiones apostó por gobiernos de ajuste extremo, parece convencido de que Milei sea capaz de llegar al final de su mandato. La incertidumbre sobre el futuro político de Argentina es total, y las dudas sobre la capacidad de gobernabilidad crecen día a día.

Mientras tanto, la estrategia del gobierno es clara: ganar tiempo con un relato mediático que los exculpe de sus responsabilidades. Pero la realidad golpea con fuerza. La economía está al borde del colapso, el escándalo de corrupción es inocultable y la paciencia social se agota. Milei y su círculo intentan sostener un relato ficcional mientras el país se desmorona a su alrededor.

El dólar sigue subiendo, el ajuste profundiza la crisis y las causas judiciales acechan. La pregunta ya no es si este modelo fracasó, sino cuándo y cómo será su inevitable caída.



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *